domingo, 18 de diciembre de 2016

La traviata: Italia en Astorga


Local pequeño, de madera  y con pocas mesas, las cuales visten mantel de papel que cambian con el ir y venir de la clientela.
En el viaje a Astorga, no nos apetecían más cocidos ni comidas tradicionales típicas de León y sus alrededores. Nos decidimos por este italiano que tenía buenas críticas por calidad y precio.
Para acompañar la jarra de cerveza, unos “grissini” (hubiera agradecido que fueran hechos ahí y no en bolsita de compra) pero para matar el tiempo, mientras venían los spaghetti carbonara, estaba bien.
Pasta fresca que se notaba en color, textura y rapidez en el servicio, una salsa cremosa y con buena dosis de pimienta, el único pero que pecaron de poca sal.
Una ración generosa que dio paso a la pizza, la cual muchos decían que parecían bases de compra, congelada y gomosa; para mí todo lo contrario, una masa fina y crujiente, que no quita que estuviera congelada, pero no es un problema, ya que una buena precocción y posterior congelado, hace que la pizza quede casi como recién hecha.
Con bacon, salchicha y una salsa barbacoa ligera, hizo que el conjunto fuera más que bueno.
Cuando pruebas un restaurante italiano, las pastas y las pizzas suelen ser las elecciones principales, a pesar de ello una carta equilibrada y extensa para poder ir con asiduidad.

Comida: 3
Local:2,5
Servicio: 2,5


Valoración: ★★☆☆☆2,6

sábado, 19 de noviembre de 2016

El topo: No hace honor al que se encuentra en las afueras de la catedral

Trattoria mirando a la catedral, una de las mejores ubicaciones de la ciudad.
Este pequeño local, que ya ha pasado por varias manos, cambió no hace mucho para convertirse en lo que hoy día se conoce como “El topo”.
Un pequeño bar nada más entrar y a mano derecha una escalinata que nos conduce (al todavía más pequeño si cabe) comedor. Seis mesas pequeñas y la gente pasando a tu lado para ir a los aseos.
Para empezar estaba vacío y teníamos reserva. Nos quisieron poner en la mesa de dos que estaba pegada a la escalera, la cual, si colocabas mal la silla podrías pisar un peldaño o estorbar a la gente. A regañadientes nos cambiaron a la mesa del centro igual de “íntima” que la anterior.
Y a regañadientes fue el resto del servicio.
Tardaron en servirnos y aproveché para ir al aseo a lavarme, pero para mi desgracia no había nada de jabón (algo que no concibo en un lugar en el que aunque sea solamente, den tapas) me parece algo primordial de mirar y revisar al empezar la jornada de un bar o restaurante.
Como decía, llegó el primer plato: Gnocchi con salsa de quesos, un plato contundente, cremoso de salsa bien ligada con la pasta y ésta, bastante correcta.
Como no podía ser de otra forma, había que pedir una pizza, que tanto comenta la gente y es que, cuando paseas por fuera del restaurante el aroma del horno de leña invita a entrar.
Era la pizza que más nos convencía de todas, pero llevaba picante, dijimos que echaran poco o nada; no fue así… apreciabas el sabor, la masa crujiente pero no podías notar todo el conjunto, ya que el picante opacaba el resto de ingredientes.
Pero aun así, quedaba la parte dulce, que más que intentar redondear la noche, la terminó de rematar. “Torrija de León”. Pésima. Tres rebanadas de pan de molde sin corteza, una encima de otra, bañadas en una leche aguada y embalsamadas por un chocolate a la taza insípido que no aportaba nada. En su interior partes secas sin bañar y lo único que se salvaba del plato era el helado de vainilla que acompañaba, por suerte supongo que de compra.
Si sumamos todos los puntos negativos no regresaría, únicamente para probar algunas de las pizzas que es lo que más quiero probar debido a que esta vez no la paladeé como se merecía, aunque con un corto y la tapa podría ser más que suficiente.

Comida: 2
Local: 2
Servicio: 1,5


Valoración: ★☆☆☆☆1,8

domingo, 9 de octubre de 2016

Restaurante Las Termas: No fue precisamente un baño relajado


Aprovechando un evento familiar, fuimos a este restaurante a escasos metros de nuestra querida Catedral de León, en una de sus bocacalles principales.
Un restaurante que también posee un hotel y con un comedor moderno en la parte de arriba y uno más clásico y resguardado en su parte baja.
Era un menú del día que ofrecía diez primeros y diez segundos (cosa que no me suele gustar), ya que ofrecer tanto suele ser sinónimo de una calidad normalmente inferior debido a tener que cubrir con criterio cada uno de los 20 platos es algo complicado.
Me decanté por un guiso de alubias y chipirones; me gustó, en este caso un guiso en un menú del día (siempre y cuando esté bien ejecutado) es un “triunfo” ya que te permite jugar con algo hecho de antemano. Potencia de sabor en el conjunto de una muy buena combinación.
Del segundo no puedo opinar lo mismo… taquitos de buey, higo agridulce, patatas y pimientos. Al leer taquitos, uno se imagina unos dados de carne al menos de un tamaño medio, pero en este caso no, eran más bien dados de parchis, diminutos, lo cual fue un “problema” porque los pedí poco hechos, pero, es muy complicado ya que eso nada más tocar la sartén o la plancha se habían pasado más allá del punto “well done” que diríamos para el muy hecho.
De postre unas bolas de helado artesano, hay que reseñar que antes del hotel y el restaurante estaba ubicada y está a dia de hoy, frente a la pulcra leonina, la heladería Albany, así que ahí no podían fallar a la hora de los dulces.
No es un sitio al que tengo pensado volver por ahora, debería de haber un cambio muy notorio para que decidiera volver a deleitarme gastronómicamente allí.

Comida: 2,5
Local: 3
Servicio: 2


Valoración: ★★☆☆☆2,5

domingo, 2 de octubre de 2016

Restaurante hospedería monástica pax: Comida casi celestial

En un enclave conocido de León, en plena Plaza del Grano, se ubica este Convento de las Carbajalas, remodelado en una de sus partes como hotel y restaurante, además como de albergue para peregrinos.
Un comedor nuevo, blanco, pulcro, luminoso y que en sus paredes cuenta con obras de arte eclesiásticas.
Disponen de una pequeña carta con productos de la tierra pero nosotros nos decantamos por la opción del menú degustación de 30€ compuesto de seis platos.
El primer entrante constaba de un pastel de puerros de Sahagún, crema de cecina y su crujiente. La crema era ligera pero con el sabor inconfundible de nuestro embutido más emblemático y aprovechando otro producto local de cerca de León, para hacer un pastel jugoso.
Continuamos con un atadito de brick, pulpo y boletus. Crujiente, un guiso en su interior delicioso y sin una pega.

El plato de pescado (a pesar de ser muy carnívoro) me encantó, pez San Pedro (nunca lo había probado y ya tenía ganas) dos partes del lomo, melosas, con un alioli de ajo negro gratinado que hacia el plato subir de nivel y con un ragout de langostinos que guarnecía y redondeaba el plato de manera sublime.
Para bajar un poco estos primeros platos y antes de la carne, un sorbete de melón, simple y refrescante, cumpliendo la función de limpiar el paladar y asentar el estómago ante los dos últimos platos.
Que mejor manera para ir finalizando que un buen plato de guiso de rabo de ternera en su salsa y un puré de patata y queso gratinado, que hacía que el plato pidiera a gritos acabar con el poco pan que quedaba en el cesto.
Y como no podía ser de otra manera y ya que el chocolate es de lo que más suele gustar (al menos hasta ahora) tarta de dos chocolates y mermelada de naranja. Dulce, amargo y combinación más que conocida entre estos dos amigos de la repostería.
Es un sitio al que he ido en varias ocasiones al menú diario y no me ha defraudado más allá de que la carta para compartir está muy bien pero no es nada del otro mundo. Recomiendo, por su monasterio y su entorno, un lugar en pleno casco histórico que cumple (por lo que he oído) con creces, para peregrinos, huéspedes, religiosos y amantes de la buena gastronomía.

Comida: 3,5
Local: 3,5
Servicio: 3


Valoración:★★★☆☆ 3,3

viernes, 16 de septiembre de 2016

Planet mongogo: Mexican rock food

Un mexicano atípico, ambiente heavy-rockero, pero gente de todos los estilos. Este bar-restaurante ofrece pocos platos pero habiendo probado el 80% de su carta en contadas ocasiones, he de decir que representan fiablemente la cocina mexicana.
Después de tomarte una cerveza, bien te pueden poner en las mesas de al lado de la barra o dentro en un pequeño comedor de cinco mesas.
Empezamos siempre con un plato de mini nachos con un gran sabroso y potente guiso de pllo, alubias y queso, con un ligero toque picante que agrada en la boca, esto sumado a los triángulos de maíz crujientes hacen una gran combinación.


Pero no es suficiente y un segundo plato exquisito, el burrito, con carne picada, alubias nuevamente y verduras, todo ello bañado por una bechamel cremosa en cuya cumbre añaden la frescura del tomate concassé y la cebolla. Lo acompañan con más tomate picado finamente y una salsa picante en dos pequeños cuencos.

Las pesadillas (empanadillas de masa de pan rellenos de queso)son recomendables también, siempre y cuando vayas en grupo porque son ocho unidades y para una o dos personas es algo demasiado pesado. Acompañadas siempre de una salsa extra picante y dados de tomate concasse y cebolla para refrescar un poco más el bocado.

Los postres caseros también son una buena opción, a pesar de no ser acordes al lugar, la tarta de tres chocolates y nata, cumple la función de endulzar y terminar la cena con algo, a pesar de graso y contundente, más ligero que lo degustado anteriormente.
Para mí, es un sitio de ir una vez al mes, lo recomiendo más allá de otros mexicanos que a priori parecen más originales que este, pero que no sirven tanta calidad como el mentado en este artículo.

Comida: 4
Local: 3,5
Servicio: 3,5




Valoración: ★★★☆☆ 3,6

domingo, 4 de septiembre de 2016

Restaurante Karma: Con causa y efecto


Enclave cuasi perfecto para un restaurante pequeño, justo en una de las caras de la catedral de León.
Un local que ha pasado en seis años por tres manos diferentes, comenzando siendo un italiano, seguido de un restaurante tradicional y ahora un lugar donde intentan hacer una cocina de mercado pero que necesita cierta mejoría.
Lo primero en lo que te fijas es que después del primer intento, el anterior como Karma, han mantenido la misma estructura y decoración del local con tan sólo un cambio, el nombre.
Un sitio aparentemente moderno con toques plateados, grises y blancos pero que tiene ciertos tonos sucios empezando por la puerta de entrada y ciertas partes del restaurante, pero mejor centrémonos en la comida.
Poseen una carta escueta pero completa, al menos en nombre, ya que como pudimos comprobar, tres de las cosas que queríamos pedir no estaban disponibles.
Fuimos con la idea de un menú del día que sirven para cenar también, pero también para nuestra sorpresa, faltaban existencias.
Decidimos optar por pedir los platos de la carta que más nos entraban por la vista y compartirlos.
Una ensalada templada de pulpo, patata y pimentón, con un ingrediente principal correcto en textura pero escaso y una patata al mortero que tenía regusto pasado y por oído, calentada al microondas, detalle que añado porque estábamos sólos en el local y en cocina se oía todo.
Continuamos con una crema de patata trufada y huevo escalfado, plato con hermosa sonoridad pero que no hizo honor a ello. Crema pasada de sal, sin notas de trufa y con un huevo escalfado en medio que ayudaba a equilibrar la salazón.
Como plato fuerte, secreto de cerdo con manzana y un falso ravioli de calabacín relleno de queso de cabra; sin duda, de lo mejor de la cena ya que el conjunto del plato estaba equilibrado y bien ejecutado.
Para endulzar, coulant con helado de vainilla, que aunque no decía mucho en el plato resultó estar rico de sabor y de textura.
Todo ello regado con una botella de vino blanco verdejo, suposo una cena que nos dejó un sabor agridulce ya que no nos terminó de convencer la comida, la carta y el excesivo tiempo que tardaron en servir cada plato, teniendo en cuenta que fuera sólo había dos mesas en terraza y nosotros solos dentro.
Quiero y debo darle otra oportunidad, porque no llevaban menos de un año de andadura, quizás en unos meses regrese y la crítica haya mejorado en esos puntos que vi negativos.

Comida:2
Servicio: 2
Local: 2

Valoración: ★★☆☆☆

domingo, 28 de agosto de 2016

La casona: No es una sidrería más en Llanes.


En Llanes hay sidrerías por doquier, como en toda Asturias, pero esta, especialmente a rebosar, nos llamó la atención en nuestro paseo en busca de un lugar para cenar. El local invitaba a entrar y eso hicimos; entre la maraña de gente que había en la barra, pedimos mesa para dos y, con buena suerte, nos concedieron una esquinada, con espacio y con un camarero que derrochaba simpatía.
Mesas de madera rústicas, manteles de papel y escanciador de sidra en la mesa.
Lo teníamos claro, queríamos comer raciones de la zona regadas por unas buenas botellas de sidra fría.
Para comenzar, unos bígaros: templados, como mandan los cánones, una buena ración para ir haciendo boca sin llenarse. Poco que añadir más allá de su frescura y de su potente sabor a mar.
No podía faltar un buen pastel de cabracho, untuoso, con su cogollo blanco de lechuga en juliana y bien crujiente y su salsita rosa para poner en tostas de pan fino.
Otro clásico, chorizo a la sidra, como no podía ser de otra manera. Buen caldo de cocción y sin exceso de grasa, todo un acierto para terminar ese pequeño trozo de pan absorbiendo todos los jugos.
Y nada mejor para terminar, en sitio costero, que unos mejillones en salsa marinera. Calientes, enormes y con un sabor excepcional, que mereció otra bandeja de pan y seguir empapando todo ese gusto que quedaba en la cazuela de barro.
Pero si hay un clásico en Asturias con el que cerrar una maravillosa cena, como en este caso, es el arroz con leche, con su caramelo requemado encima. Meloso, crujiente y con el toque justo de canela para acompañar un café que ponía el cierre a una velada improvisada y enriquecedora.

Recomendado 100% a los que visiten Llanes y nosotros, pensando en volver ya el año próximo y repetir en un sitio que nos dejó más que buenas sensaciones.

Comida: 4,5
Local: 4
Servicio: 4,5

Valoración: ★★★★☆ 4,3

domingo, 14 de agosto de 2016

La novia asesina: Una churrasquería diferente


Esta churrasquería de nombre heavy está decorada con palés de madera, pintura roja y una luz tenue que hacen honor a su tétrico nombre.
Ofrecen un menú amplio, todo repleto de carnes, en el cual encontramos un apartado más exótico, con carne de pitón, camello o canguro, que no probamos ya que nos convencía más el menú de “todo lo que puedas comer” de parrillada con bebida y postres incluidos.
Para acompañar este surtido de carnes a la parrilla, la cena estuvo regada con unas cuantas botellas de sidra, buen pan de hogaza y ensaladas de lechuga, tomate y cebolla que ayudaban a que la carne resbalase por nuestros gaznates de manera más sutil.
Pasaron por nuestras ocho manos, tres bandejas repletas de contramuslos de pollo con piel crujiente y jugosos en su interior (si bien es cierto que la primera vez llegaron algo crudos). En el centro de la bandeja, lonchas de panceta que para nuestro gusto estaban demasiado blandas. Hay que tener en cuenta que es una parte del cerdo con bastante grasa, por lo que hay que tostar bien para que quede crujiente y no resulte tan gomosa al masticar. El churrasco, por su parte, poco hecho y con una calidad bastante buena con poco tiempo en la brasa quedaba fabuloso.
No podían faltar los chorizos rojos y criollos; poco que decir de dos clásicos en las parrillas, ya bien sean enteros o abiertos al medio, siempre quedan perfectos para acompañar al resto de elementos cárnicos.
Después de este festín había que aportar el toque dulce con crema de limón. Decir que no estaba malo, pero al estar preparado en copas e intuyendo que no estaban bien filmadas, la capa exterior tenía un regusto raro, típico de absorber todos los aromas de una cámara frigorífica repleta de ingredientes con sus respectivos olores.

Finalizamos ya ahora sí con unos cafés y unos chupitos de hierbas cortesía de la casa. Mientras, haciendo balance de la cena, coincidimos en que debemos repetir, pero no el festín, sino para probar las carnes exóticas y ver qué nos puede ofrecer en cuanto a variedad y ahora sí es importante, calidad.

Comida: 2,5
Local: 3
Servicio: 3

Valoración: ★★☆☆☆ 2,8