Local pequeño,
de madera y con pocas mesas, las cuales
visten mantel de papel que cambian con el ir y venir de la clientela.
En el viaje a
Astorga, no nos apetecían más cocidos ni comidas tradicionales típicas de León
y sus alrededores. Nos decidimos por este italiano que tenía buenas críticas
por calidad y precio.
Para acompañar
la jarra de cerveza, unos “grissini” (hubiera agradecido que fueran hechos ahí y no en
bolsita de compra) pero para matar el tiempo, mientras venían los spaghetti carbonara, estaba bien.
Pasta fresca que se notaba en color, textura y
rapidez en el servicio, una salsa cremosa y con buena dosis de pimienta, el
único pero que pecaron de poca sal.
Una ración generosa que dio paso a la pizza, la
cual muchos decían que parecían bases de compra, congelada y gomosa; para mí
todo lo contrario, una masa fina y
crujiente, que no quita que estuviera congelada, pero no es un problema, ya que
una buena precocción y posterior congelado, hace que la pizza quede casi como
recién hecha.
Con bacon, salchicha y una salsa barbacoa ligera,
hizo que el conjunto fuera más que bueno.
Cuando pruebas un restaurante italiano, las pastas
y las pizzas suelen ser las elecciones principales, a pesar de ello una carta
equilibrada y extensa para poder ir con asiduidad.
Comida: 3
Local:2,5
Servicio: 2,5
Valoración: ★★☆☆☆2,6