martes, 20 de octubre de 2020

Kadabra: Poca magia en una cervecería artesanal




Lo que antiguamente era el búho, perteneciente a la bodega regia en un rinconcito dentro de una calle que une el mercado de abastos con la Calle Ancha, se ha reconvertido en un lugar más moderno entre maderas suaves y tonos blancos con botellas de crital en el techo que penden de cuerdas y bailan con sólo una brisa de aire.

Kadabra es una de esas cervezas artesanas que se han creado en León y ahora maridan comidas y cenas y en este restaurante que lleva su nombre.

Para empezar yo soy aficionado a la cerveza, pero las artesanas en su mayoría no terminan de convencerme, siguen sabiendome demasiado a esa fermentación que hacen convertir esos cereales y esas levaduras en ese brevaje tan espumoso y antiguo que nos hidrata el gaznate.

El tamaño de las cañas a mi parecer es algo escaso, más y cuando vas a cenar, pero dicen que lo bueno si breve dos veces bueno. En este caso, es una cantidad justa ya que son cervezas "fuertes" de sabor y las pintas en su exceso, acaban calentandose, algo estupendo en Reino Unido, pero no aquí, donde nos gusta bien fría.

Empezamos la cena con unas olivas encurtidas con pimentón, algo que siempre acompaña bien una cerveza y te ameniza la espera. En este caso, una espera algo más allá de los treinta minutos, que se hace tediosa y sobre todo si la bebida es pequeña.
Pero la espera era amenizada no sólo por el camarero que nos atendió, si no por otro que quería saber si habiamos pedido ya, el primero saber si habíamos pedido una pizza u otra y el tercero en discordia que nos traía la comida y se equicovaba de platos.

Aparte del servicio, lo que nos interesa es la comida: Para compartir es un buen sitio y en nuestro caso nos decantamos por las costillas de cerdo marinadas en cerveza y naranja. Jugosas, tiernas y con un toque diferente.
En este caso para dos personas era un gran plato para llenar un buen estómago, pero como nos gusta el comer, seguimos con una pizza nórdica, de salmón ahumado, queso cremoso y eneldo.
Una base de pan diferente al resto que he probado, con un toque dulce, especiado, fina y crujiente, me gustó bastante a la par que el conjunto que lo tapaba por encima.

Para terminar un brownie de chocolate, con nueces, base crujiente y esponjoso en su interior y acompañado de un helado de vainilla para refrescar.

Sin lugar a dudas, es un sitio con encanto, diferente dentro de León, pero al cual le falta algo de magia en su carta, algo que les distinga más aún y sobre todo mejorar un servicio de camareros en el cual uno con su tecnología en mano, sea más que suficiente para atender y llevar el servicio de la misma mesa.

Comida: 2,5
Local: 3
Servicio: 1,5

Valoración: ★★★☆☆



No hay comentarios:

Publicar un comentario