domingo, 4 de septiembre de 2016

Restaurante Karma: Con causa y efecto


Enclave cuasi perfecto para un restaurante pequeño, justo en una de las caras de la catedral de León.
Un local que ha pasado en seis años por tres manos diferentes, comenzando siendo un italiano, seguido de un restaurante tradicional y ahora un lugar donde intentan hacer una cocina de mercado pero que necesita cierta mejoría.
Lo primero en lo que te fijas es que después del primer intento, el anterior como Karma, han mantenido la misma estructura y decoración del local con tan sólo un cambio, el nombre.
Un sitio aparentemente moderno con toques plateados, grises y blancos pero que tiene ciertos tonos sucios empezando por la puerta de entrada y ciertas partes del restaurante, pero mejor centrémonos en la comida.
Poseen una carta escueta pero completa, al menos en nombre, ya que como pudimos comprobar, tres de las cosas que queríamos pedir no estaban disponibles.
Fuimos con la idea de un menú del día que sirven para cenar también, pero también para nuestra sorpresa, faltaban existencias.
Decidimos optar por pedir los platos de la carta que más nos entraban por la vista y compartirlos.
Una ensalada templada de pulpo, patata y pimentón, con un ingrediente principal correcto en textura pero escaso y una patata al mortero que tenía regusto pasado y por oído, calentada al microondas, detalle que añado porque estábamos sólos en el local y en cocina se oía todo.
Continuamos con una crema de patata trufada y huevo escalfado, plato con hermosa sonoridad pero que no hizo honor a ello. Crema pasada de sal, sin notas de trufa y con un huevo escalfado en medio que ayudaba a equilibrar la salazón.
Como plato fuerte, secreto de cerdo con manzana y un falso ravioli de calabacín relleno de queso de cabra; sin duda, de lo mejor de la cena ya que el conjunto del plato estaba equilibrado y bien ejecutado.
Para endulzar, coulant con helado de vainilla, que aunque no decía mucho en el plato resultó estar rico de sabor y de textura.
Todo ello regado con una botella de vino blanco verdejo, suposo una cena que nos dejó un sabor agridulce ya que no nos terminó de convencer la comida, la carta y el excesivo tiempo que tardaron en servir cada plato, teniendo en cuenta que fuera sólo había dos mesas en terraza y nosotros solos dentro.
Quiero y debo darle otra oportunidad, porque no llevaban menos de un año de andadura, quizás en unos meses regrese y la crítica haya mejorado en esos puntos que vi negativos.

Comida:2
Servicio: 2
Local: 2

Valoración: ★★☆☆☆

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