http://elcafedelnorte.es/
Un bonito café del 1861, reformado y con una cara más moderna pero respetando lo clásico, se emplaza en una de las caras de la plaza mayor de Valladolid.
Nos decantamos por este lugar que contiene varios menús y movidos por las críticas más favorables que tenía en diferentes webs de gastronomía y viajes.

Un menú nocturno de fin de semana de 22,90 nada elevado para los platos y productos que ofrecen en su carta pero que como pudimos observar, en cuanto a trato del ingrediente no merecía tanto la pena.

Comenzamos con un pastel de puerros, jugoso y esponjoso acompañado de una salsa de micuit y parmesano, una mezcla que suena peculiar pero que bien equilibrada, resultó ser perfecta para napar el pastel.
Seguido de esto, algo que todo el mundo ponía de sobresaliente y a lo cual yo discrepé en un punto.
El arroz meloso con bogavante, era más una sopa que otra cosa, es una de las dos pegas pero importante, ya que el punto del arroz era el idóneo, el sabor muy potente y un bogavante a la mitad bien lleno de carne, pero que se hacía tedioso a la hora de comer, ya que con tanto caldo y las pinzas para partir se volvía complejo, más y cuando llevas una camisa blanca.
A raíz de esto, comentar que el servicio fue lento y agobiante a la vez, ya que eran dos camareros los que atendian todas las mesas a la vez y no era muy coordinado. Agobiante, porque un plato de arroz con una pieza de marisco grande, lleva su tiempo y no me gustó que pasarán cada dos minutos en los quince minutos que tardamos en acabar el plato. Para más inri, no hubo espacio entre primeros y segundos, levantaron los platos y ya tenían los segundos en la mesa.

Los segundos platos fueron algo más decepcionantes, muy seguidos de los primeros como ya he dicho y encima fríos.
Un bacalao confitado con pisto castellano. Bacalao, pasado levemente de sal y seco, no se veía el confitado por ninguna parte y un pisto castellano falto de jugo y de tomate, todo ello coronado con un huevo de codorniz plano y con la yema cocida y excesivos germinados alrededor del plato.

A continuación un magret de pato en supremas con patatas fritas, pimientos del padrón, salsa de manzana ácida y reducción de vino.
Buenos productos, salsas más que correctas... pero el punto del magret muy pasado.
Cuando cocinas el magret sueles hacerlo entero o en mitades, pero nunca como en este caso: trocearlo en laminas y marcarlo por ambos lados, esto hace que se te pase el punto de cocción, la grasa quede blanda y por tanto no sea nada tierno a la hora de masticarlo.

Para terminar con los postres, una copa de mousse de limón y yogurt griego con piñones, el cual para mi paladar estaba falto de dicho cítrico y sabía más a leche merengueda que a cualquiera de los ingredientes que nombraban.

Como segundo postre que probamos, un brownie de chocolate hecho en molde de magdalena, con un helado de turrón o caramelo, no se sabía ya que tenía regusto raro y una crema de chocolate negro y otra de limón, que resultó ser la misma que la del postre anterior.
Ibamos con unas expectativas diferentes, para ser una de las grandes capitales de España y ubicado en plena plazo mayor, esperabamos algo más. Como bien digo en el título, un cambio de dirección para encontrar ese norte, no vendría del todo mal.
Comida: 2
Local: 3
Servicio: 1,5