miércoles, 28 de junio de 2017

Restaurante Enara: Pequeño hotel con encanto

Tras hospedarnos aquí, cerca de todos los lugares céntricos e interesantes de Valladolid, el primer día me fijé en su carta escrita en una pizarra, con varios colores, buena letra e interesantes precios en platos que a priori se suelen disparar al alza con sus nombres típicos.

Este último día antes de regresar, decidimos comer aquí, pero estaba lleno con 54 personas, pero esto no nos impidió irnos con el estómago lleno. Nos acomodaron en una de las mesas altas y pudimos comer.

Platos abundantes a buenos precios y para compartir estupendamente.
Empezamos por un plato que siempre se eleva su precio a pesar de ser algo de lo más barato en el mercado: Risotto de hongos, verduras a la plancha y teja de parmesano por tan sólo 6€.
Lo mejor de todo esto no era sólo el precio, si no que era abundante sin pasarse y la calidad de los boletus y las verduras excepcionales, por no hablar de la melosidad y el punto perfecto del arroz. Un gran entrante.

Para continuar con la comida, nos decantamos por otro producto que siempre se enaltece: Pulpo con parmentiere de patata y chutney de calabaza, exquisito.
Desde que hace años probé el pulpo a la plancha, me enamoré y si encima lo acompañas de patata sedosa y nada recalentada y le aportas un sabor especiado, dulce y algo picante como es un chutney de calabaza, el plato toma otra presencia y varías en cuanto a modo de comer un pulpo que normalmente ronda los 14-15€ de media en la mayoría de los restaurantes. Aquí tan sólo 8,50€ y nuevamente abundante.

Quizás el postre fue lo que no terminó de convencer, mousse de chocolate blanco en dos bolas y gel de mango. Rico de sabor, fresco, pero tenía muchos pelos de la parte central del hueso del mango y hacía que los últimos bocados no fueran nada agradables.
Aún y todo, tanto el trato, como el lugar y la comida son de notable, sin duda alguna el hotel en general es para repetir y recomendar al 100%.

Comida: 4
Local: 4
Servicio: 4


Valoración: ★★★★4




lunes, 26 de junio de 2017

Cafe del norte: Necesita calibrar la brújula

http://elcafedelnorte.es/

Un bonito café del 1861, reformado y con una cara más moderna pero respetando lo clásico, se emplaza en una de las caras de la plaza mayor de Valladolid.
Nos decantamos por este lugar que contiene varios menús y movidos por las críticas más favorables que tenía en diferentes webs de gastronomía y viajes.

Un menú nocturno de fin de semana de 22,90 nada elevado para los platos y productos que ofrecen en su carta pero que como pudimos observar, en cuanto a trato del ingrediente no merecía tanto la pena.


Comenzamos con un pastel de puerros, jugoso y esponjoso acompañado de una salsa de micuit y parmesano, una mezcla que suena peculiar pero que bien equilibrada, resultó ser perfecta para napar el pastel.
Seguido de esto, algo que todo el mundo ponía de sobresaliente y a lo cual yo discrepé en un punto.
El arroz meloso con bogavante, era más una sopa que otra cosa, es una de las dos pegas pero importante, ya que el punto del arroz era el idóneo, el sabor muy potente y un bogavante a la mitad  bien lleno de carne, pero que se hacía tedioso a la hora de comer, ya que con tanto caldo y las pinzas para partir se volvía complejo, más y cuando llevas una camisa blanca.
A raíz de esto, comentar que el servicio fue lento y agobiante a la vez, ya que eran dos camareros los que atendian todas las mesas a la vez y no era muy coordinado. Agobiante, porque un plato de arroz con una pieza de marisco grande, lleva su tiempo y no me gustó que pasarán cada dos minutos en los quince minutos que tardamos en acabar el plato. Para más inri, no hubo espacio entre primeros y segundos, levantaron los platos y ya tenían los segundos en la mesa.

Los segundos platos fueron algo más decepcionantes, muy seguidos de los primeros como ya he dicho y encima fríos.
Un bacalao confitado con pisto castellano. Bacalao, pasado levemente de sal y seco, no se veía el confitado por ninguna parte y un pisto castellano falto de jugo y de tomate, todo ello coronado con un huevo de codorniz plano y con la yema cocida y excesivos germinados alrededor del plato.
A continuación un magret de pato en supremas con patatas fritas, pimientos del padrón, salsa de manzana ácida y reducción de vino.
Buenos productos, salsas más que correctas... pero el punto del magret muy pasado.
Cuando cocinas el magret sueles hacerlo entero o en mitades, pero nunca como en este caso: trocearlo en laminas y marcarlo por ambos lados, esto hace que se te pase el punto de cocción, la grasa quede blanda y por tanto no sea nada tierno a la hora de masticarlo.

Para terminar con los postres, una copa de mousse de limón y yogurt griego con piñones, el cual para mi paladar estaba falto de dicho cítrico y sabía más a leche merengueda que a cualquiera de los ingredientes que nombraban.
Como segundo postre que probamos, un brownie de chocolate hecho en molde de magdalena, con un helado de turrón o caramelo, no se sabía ya que tenía regusto raro y una crema de chocolate negro y otra de limón, que resultó ser la misma que la del postre anterior.

Ibamos con unas expectativas diferentes, para ser una de las grandes capitales de España y ubicado en plena plazo mayor, esperabamos algo más. Como bien digo en el título, un cambio de dirección para encontrar ese norte, no vendría del todo mal.

Comida: 2
Local: 3
Servicio: 1,5


Valoración: ★★☆☆2,1






lunes, 19 de junio de 2017

Villa paramesa: pinchos premiados en exceso

Cuando eres de León y estás acostumbrado a tapas gratis con la conaumicion y viajas a otras ciudades españolas que no profesan ese ejemplo y tienes que pagar por las tapas, esperas algo distinto, que vaya más allá de las croquetas, patatas con salsas y embutidos variados.

En la capital de Castilla, Valladolid, muchos sitios nos han sorprendido al ponernos unas pequeñas tostas de carne mechada y zanahoria rallada o unas chips de patatas con unas gotas de vinagre balsámico y pimentón, un detalle que se agradece para acompañar una cerveza.

A la noche me decanté por un bar que servía tapas elaboradas y algunas de ellas premiadas. Empezamos por un camarón mexicano, servido en una teja. Una barca crujiente con emulsión de camarón, guacamole y Lima, terminados con hilos de Chile y camarones fritos pero que estaban reblandecidos y nada crujientes, con sabores planos que no combinaban entre si no hacían honor a México y Andalucía .
Le seguía algo que también estaba premiado y  aunque desde mi punto de vista no era nada del otro mundo para premiar, es el que más destacó: chipiron a la sal, ahumado, con queso curado, salsa de tonta emulsionada y trigueros. El toque ahumado siempre es un plus.
Las tapas fuertes empezaron con una carrillera en salsa de regaliz y pera. Tierna y jugosa pero con una salsa muy subida de amargor con el regaliz y un trozo escaso de pera. Una forma de comer carillera que no sea con la típica salsa de vino tinto.

Una minihamburguesa de secreto ibérico con manzana, canónigos y un exceso de mostaza en grano que no a todo el mundo le gusta ya que tiene un sabor y un aroma muy potentes, pero el pan estaba crujiente y la carne en su punto.

Para terminar una tosta de foie fresco a la plancha poco hecho en el punto ideal para este ingrediente , acompañado de manzana caramelizada y una buena salsa de nnarqnja que combinaba francamente bien. El único pero quizá sea que la tosta era pan de molde y no era algo que quedara bien, pero con el foie no era algo que destacara en exceso como otros panes de semillas o frutas secas.

La próxima andanza nos llevará a tapear por varios lugares y distintas tapas, pero por hoy este queda en pendiente de repetir para ver su nueva carta y sus nuevos pinchos premiados.



Local: 4
Servicio:3
Comida: 3

Total: ★★★☆☆ 3,3