Cuando decidí ir a este lugar, tenía entendido (por comentarios de gente allegada) que para ser vegetariano tenía mucho sabor; y estamos equivocados cuando creemos que un plato de verduras es insípido y que no es contundente, se pueden hacer virguerías con unas verduras.
Si bien es cierto que ayer, no me convencieron para pasarme al lado más saludable de la piramide alimenticia.
Entramos en un local pequeño, antiguo, con una cocina abierta y mantelería de quita y pon, algo típico de menú de día, al cual no reprocho nada, ya que ha dado de comer a muchas generaciones a lo largo de los tiempos y se sigue haciendo.
Sitio abarrotado de gente y eso dice mucho también es cierto, ya que es algo cada vez más de moda dejar al lado carnes y pescados y lo cual incita a comer o cenar en un lugar así.
Un pero que pongo antes de empezar es el servicio; un camarero muy acelerado, hablando de manera muy poco correcta y en voz alta, sin saber hablar inglés con ciertos clientes y otra camarera, muy lenta y con voz muy suave, que bien mezclados, serían un camarero de bien.
Tras leer el folio del menú del día, nos decantamos por la pizza con ensalada, lasagna de espinacas y gnocchi de avena.
Del primero poco que decir, una buena base de pizza a la cual añades verduras y un queso que gratine bien y ya lo tienes hecho. Para guarnecerlo, una ensalada de lechuga, zanahoria, remolacha y soja ralladas, con una aliño algo insípido parecido a una mezcla entre mahonesa y lactonesa en cuya cima se encontraban unas pipas peladas.
Después de una pequeña espera entre plato y plato, aparecieron la lasagna y los gnocchi, a priori de aspecto más que parecido.
Los gnocchi eran de textura blanda, se desmenuzaban con facilidad, los imaginaba de otra manera, pero es cierto que me gustaron, al menos por ser algo diferente, a pesar de llevar una salsa de tomate y verduras pero que le restaban sabor a un producto que era sabroso de por sí sólo.
En cambio la lasagna, aparte de su jugosidad, le fallaba el hecho de estar gratinada de igual manera que los gnocchi y la misma salsa de tomate, lo cual hacía que el resultado como bien decía al inicio, fuera más que similar.
Y para terminar como no puede ser de otra forma, con unos postres, para endulzar y finalizar la jornada de mediodia; tarta de manzana y tarta de requesón y frutos rojos.
No soy el mayor fan de los postres, pero cuando me nombran las palabras "queso", "limón" o "frutos rojos" no puedo decir que no, el problema es que me gustan los postres dulces, llamadme raro, pero no había probado algo más insulso e insípido en toda mi vida, ya sé que el requesón es muy desaborido,pero a la hora de emulsionar la tarta, con este ingrediente se te puede ir un poco de más la mano con el azúcar, a pesar de llevar una mermelada dulce, que no aportaba nada y una base de galleta sin sabor alguno, todo muy plano.
De la tarta de manzana comentar más de lo mismo, poco sabor, base sin sabor concreto y sin decir nada y eso que es difícil que una manzana no tenga sabor después de pasar por el horno con un poco de azúcar o almíbar, pero no fue el caso.
En resumen decir que un vegetariano no tiene por qué ser simple, plano o insípido, pero ha sido el caso, tal vez ha sido casual o que los platos no eran los idóneos, pero esa es la impresión que me llevo. No puedo recomendar el sitio, porque me vuelvo a repetir, que se puede hacer algo muy distinto con esos productos que nos da la tierra.
Local: 2
Servicio: 2
Comida: 2
Valoración:★★☆☆☆ 2
jueves, 16 de marzo de 2017
domingo, 5 de marzo de 2017
Becook: camino a marcar la diferencia
Un
pequeño local bien aprovechado, con una cocina visible y que marca la
diferencia entre salir de tapas o los platos de los mismos restaurantes en la
ciudad.
Tiene
un horario algo diferente a lo que encontramos aquí, cenas a las 21h o las 23h.
Nosotros nos decantamos por la primera hora, al estilo europeo.
Una
mesa de madera y asientos poco convencionales pero cómodos.
Tras
echar un vistazo a la carta, nos ofrecen fuera de carta tres platos más, pero
ya estábamos decididos.
Arrancamos
la cena con una caja de madera con tres trozos de pan diferentes, nada del otro
mundo, pero es un detalle (aunque sigo pensando que es un error cobrar 1 o 2€
por el pan en una comida o cena)
Decidimos
probar el hummus de garbanzo con panceta, ajo negro y pan de centeno. Detalle a
decir que una vez elegimos, nos dijeron que no era de garbanzos, había una
variante, era de berenjena, cosa que no importó al final porque resulta
interesante el “baba ganoush” tan
típico de la cocina árabe.
Le
acompañaban unos lardones de panceta confitada, que a simple vista parecía grasienta
y blanda, pero sólo lo segundo, meloso y se deshacía en la boca.
A
continuación, llegó el “Salmón perfecto” lacado con una salsa de miso,
mostaza y miel y un arroz basmati
aromático en la base.
Como
plato fuerte, el “tataki de pato,
reducción de px y noodles de arroz”, todo un acierto, ya que el punto era
perfecto y el sabor de la corteza exterior le daba un toque de crujiente junto
con las escamas de sal y los noodles le hacían una cama perfecta para acompañarlo.
Por ponerle
una pega al plato, pecaba de un ligero toque de soja en la salsa, que no dejaba
apreciar el vino dulce reducido.
Y para
terminar, de mejor manera imposible, un postre que a mí personalmente me gustó
sobremanera: “Roger rabbit” su
interpretación de la carrot cake, con crema inglesa de zanahoria, crema de
queso y helado de guinnes. Una crema muy diferente, el toque del queso cremoso y sin lugar a dudas un helado muy bien elaborado con esta maravillosa cerveza.
Una
combinación fabulosa que recomiendo probar.
Son unas raciones medianas para compartir pero que con tres o cuatro para dos personas, como fue el caso, es una cena más que suficiente.
Por último decir que las camareras muy agradables, explicativas y marcando muy
bien los tiempos.
Así
pues, para salirte del picadillo, huevos rotos con patatas, croquetas de lo de
siempre y pasar una velada muy diferente aunque sea a hora poco habitual,
visiten este lugar.
Comida:
4
Local:
4,5
Servicio:
4
Valoración: ★★★★☆4,1
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