Italiano clásico, con pastas, arroces, carnes, ensaladas y postres típicos.
Nos decantamos por platos para compartir y probar varias opciones.
El servicio para ser un lugar pequeño, es bastante lento en cuanto a atención, pero el trato muy correcto en amabilidad.
Comenzamos con una ensalada con mozzarella, tomate y nueces. Nada del otro mundo, muy abundante pero era mezclum de bolsa ya hecho y no tenía mucha gracia porque el aliño era básico de aceite y vinagre balsámico.
Fuimos a este lugar por buenas críticas ya que hacen pasta fresca y la verdad eso nos gusta bastante, pero, no fue tanto como las expectativas nos habían guiado a este lugar.
Se supone que sólo tienen tres fogones, por lo cual solo pueden hacer a la vez tres platos a la vez...cosa que no es muy bueno porque ralentiza el servicio, aunque entiendo que lo quieran hacer así para dar la mejor versión de cada pasta fresca.
Pedimos la pasta carbonara que nos apasiona y nos habíamos dicho que era la original y buenísima.
No debió ser el día. Nada sedosa, seca, llegó fría y fue decepcionante. Lo único que sí puedo decir es que era original ya que llevaba yema de huevo, mucha pimienta negra y guanciale, lo cual le cambia todo el sabor y eso le hace puntuar alto.
Para mi algo que me falló más aún que la pasta, fue el risotto de hongos, ración escasa, plano de color y plano de sabor. No se intuía esa melosidad que dan fama a los risottos y ese color pardo tirando a marrón que proporcionan las buenas setas con las que se suele hacer el risotto de hongos.
Y para terminar nos fuimos a un clásico como es el tiramisú y una tarta de queso con frutos rojos, mi favorita y quizá lo que más me gustó de todo, ya que el tiramisú nos decepcionó también al no tener ese sabor tan típico y esa untuosidad característico de un postre tan italiano como todo lo anterior.
Un sitio que merece una segunda oportunidad para volver a probar la pasta y sobre todo la calidad de las carnes a la piedra.
Comida: 2,5
Local: 3
Servicio: 2,5
Valoración: ★★★☆☆2,6